Luis Alberto Casaballe (1924-2009) dejó su huella como maestro y director en varias escuelas del país, incluyendo la Escuela de Cuchilla de Peralta (Tacuarembó) que hoy lleva su nombre, gracias a una iniciativa de la comunidad educativa y su posterior promulgación en el Parlamento.
La nominación de la Escuela Rural N° 67 como "Maestro Luis Alberto Casaballe", fue concretada gracias a la Ley N° 20.206, promulgada el 27 de octubre de 2023. La propuesta constituyó una iniciativa de la Comisión Fomento y contó con el apoyo de la dirección del centro educativo, del colectivo docente y la comunidad.
Siendo un niño, fue alumno de las escuelas Nº 26 (rural), N° 8 y Nº 1 de varones de la ciudad de Durazno, cursando educación media básica en el Liceo Departamental.
Hasta tercer año concurrió a la Escuela Nº 26 de Batoví donde conoció al maestro Agustín Ferreiro. En una propuesta del educador en clase, les preguntó al grupo: “¿Ustedes saben medir? ¿Con qué miden? ¿Cuánto mide el piso de esta baranda?”. Todo conducía al concepto de conteo para establecer cuántas veces entraba esa medida en la baranda, lo que Luis ya había deducido y utilizado como estrategia resolutiva. Advirtiendo esto, el maestro Ferreiro se acercó a la directora y le dijo: “¡Este niño va a ser maestro!”. Veinte años después, siendo maestro inspector regional, Ferreiro fue el encargado de la práctica docente y Casaballe practicante de la Escuela Nº 1 de la ciudad de Durazno.
Una vez culminados los cursos en el Instituto Normal y después de rendir los exámenes libres, Casaballe se recibió de maestro en el departamento de Montevideo en marzo de 1944.
En esa oportunidad, conoció en la vieja casona de la calle Cuareim a otra estudiante, Esther Ríos Farías “Pipa”, quien se convirtió en su compañera de vida con quien tuvo cuatro hijos.
En su etapa liceal se destacó como un gran deportista, participando en grandes carreras de ciclismo amateur. También incursionó en el basketball en el club Olimpia de Montevideo, integrando el cuadro de suplentes y, más adelante, en el club Atenas como titular.
En reiteradas oportunidades fue premiado como escritor en los Concursos Anuales de Pedagogía. Sus artículos fueron publicados en Anales y Enciclopedias de la Educación. Además, fue conferencista en Rotary Internacional y formador de maestros en cursos de postgrado.
Casaballe se desempeñó como maestro y director en varias escuelas del país, incluyendo la Escuela que hoy lleva su nombre.
Vocación por enseñar
Durante el acto de nominación, la directora general de Educación Inicial y Primaria, Olga de las Heras, recordó: “Yo era pequeña, estaba en primer año de la Escuela N° 109 de Paso de los Toros y él era el director. Mi madre me llevaba y siempre, siempre, estaba este hombre a la entrada y a la salida de la Escuela parado en aquella escalera de mármol blanca. Tampoco me puedo olvidar cuando él entraba a todas las clases”.
“Las palabras para con nosotros cuando éramos pequeños fueron tan cuidadosas, él nos dijo: Ustedes cuando estudien, estudien lo que les guste estudiar. De allí me quedó que hay que tener vocación en la vida, algo que me quedó muy arraigado, tener un proyecto de vida”, resaltó.
Por su parte, el consejero del Consejo Directivo Central, Juan Gabito, señaló: “Dice la Constitución que todos somos iguales ante la ley, pero que solo se establecen diferencias en base a virtudes y talentos. Este máximo reconocimiento que se hace a partir de una decisión del órgano legislativo, es decir del Parlamento que nos representa a todos, es producto de un análisis y un juicio de valor que se hace respecto de la persona que merece esa valoración”.
El director de la Escuela, Andrés Viera, resaltó la trayectoria del homenajeado y sus aportes al centro educativo. “La vocación, la amistad, el idealismo y la tolerancia lo caracterizan, solo quienes logran conjugar inteligencia, corazón y manos, son sin duda seres notables y eso fue Don Luis Casaballe Basterech en su larga trayectoria, maestro de clase, maestro director, maestro inspector de zona, maestro inspector regional, subinspector técnico, consejero y miembro notable del Consejo de Educación Primaria”, precisó.
“La expresión en su rostro generalmente era adusta, pero se endulzaba con finas bromas en rueda de amigos, serio, afectuoso, digno y humano supo ganarse el respeto y afecto de todos, demostrando en cada paso que daba que el compromiso por la educación y la sociedad era su mayor premisa”, expresó.
Su nieta, Romina Tuduri Casaballe, también dedicó unas palabras a la figura del homenajeado: "Mi abuelo cuyo nombre esta escuela llevará con orgullo, no solo fue un maestro sino un pilar de sabiduría, tenacidad y servicio, que iluminó la vida de innumerables estudiantes a lo largo de su carrera”.
“Su amor y pasión por la educación y el ayudar a otros era tan evidente como la luz del día. Una de las imágenes que más guardo en mi mente es una foto de mi abuelo en sus años mozos estudiando intensamente bajo la luz tenue de una vela. Este recuerdo simboliza la inquebrantable dedicación, una vida construida con el propósito de enseñar, guiar e iluminar el camino de otros”, valoró.